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17 de juny del 2014

Profesionales de los museos: ¡Contratación! ¿Contrataqué?

Vinga, que ja estem pel penúltim article col·laboratiu per a #MuseosPro, les jornades de professionals dels museus en el que participem activament! Si no sabeu encara de què va llegiu això, i recordeu que dijous tenim una tercera cita a twitter per debatre sobre... #contractació!! Som-hi!

En este fatídico mes de junio en el que nos hemos enfrascado en la dura tarea de reflexionar semanalmente acerca de los profesionales de los museos, hemos tratado ya el tema del perfil y la formación de los trabajadores; dos puntos que van paralelos y que tienen mucho que ver, que además han cambiado a lo largo del tiempo, adaptándose al nuevo modelo museal y a las nuevas necesidades de los centros culturales. ¡Y hoy nos toca hablar de contratación! ¡Qué risas! Y es que el tema está que arde. La contratación en el campo cultural nunca ha sido algo excepcionalmente elevado, pero de un tiempo a esta parte, y en especial por culpa de la crisis, los trabajos en cultura (los buenos trabajos se entiende, que siempre habrá el vende-tikets y el informador turístico, sin desmerecer estos puestos, pues muchos de los jóvenes y no tan jóvenes son prácticamente a lo que podemos aspirar); son casi tan buscados como el trébol de cuatro hojas.

Pero ¿cuál es el tipo de contratación? Por un lado las oposiciones de toda la vida, especialmente en los puestos públicos, o la contratación directa cuando se habla especialmente de centros privados; pero últimamente la subcontratación ha dado pasos de gigante, con la consecuente disminución de calidad del empleado.

Éste es el gran conflicto que ocupa nuestra realidad. Si bien hasta hace pocos años el bienestar económico de nuestro país permitía generar plazas de funcionariado para las instituciones museísticas, y así depender directamente del estado, esta situación se ha visto gravemente distorsionada. En estos momentos, todo agente cultural que dependa de las arcas del Estado resulta, o más bien se considera, un factor no productivo para el desenvolvimiento económico. Por este motivo, se han visto cerrados distintos museos con el fin también de deshacerse de su personal. Sin embargo, en otros casos se ha llegado a la pésima situación de contratos basura o subcontrataciones. La primera iría incluida o reconocida en el mundo del voluntariado. Es decir, en vez de establecer una nómina para el empleado, se le rellena un formulario de voluntariado con el fin de aprovechar una buena mano de obra pero resultando ésta más económica de mantener, desmereciendo así su prestigio profesional. Por otra parte, la falta de dinero público para alimentar estas instituciones, ha generado una cierta privatización de los servicios museísticos. Por tanto, mediante la subcontratación se solventan los puestos de trabajo que para el estado generan cierto desgaste económico y para los museos disminuyen sus gastos. Por contra, este hecho vuelve hacer recaer la dignidad del trabajador profesional, desmereciendo su valor en su formación, por consecuencia de su pésimo contrato laboral.

Y luego llegan los becarios, las prácticas, el emocionante mundo del trabajo gratuito al que muchísimos jóvenes se ven abocados año tras año y con el que, temen, sea su única o última oportunidad de formar parte de un equipo museal, porque… ¿habría que crear más plazas de trabajo? ¿tendríamos que desbancar a ciertos dinosaurios para dejar paso a equipos de jóvenes con gafas de pasta? ¡Tampoco hay que caer en la gerontofobia!

Nosotros, como jóvenes que empezados, estamos inseguros de nuestro futuro profesional...


Aquí podeu llegir-ho també, al web de #MuseosPro
http://museospro.com/profesionales-de-los-museos-contratacion-contrataque/

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