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3 de setembre del 2014

Políticas públicas para una cultura libre. Tema 2 #encirc14


Cortamos una segunda vez el transcurso natural de nuestros artículos para advertiros que Gabino, miembro del equipo del Cultius, tal y como hizo Guiomar la pasada semana, se ha apuntado a un curso online, masivo, abierto y gratuito que organizan Ártica, Creative Commons Argentina, Creative Commons Uruguay, Fundación Vía Libre y Creative Commons Paraguay. Este curso, 'Arte y cultura en circulación: políticas públicas y gestión de lo común' llega a su tercera edición cuestionando y aprendiendo sobre las políticas en cuanto a las libertades culturales, derechos de autor,  creaciones masivas, etc. y con el que, a través de diversos temas dados por la organización, escribirá las tareas y reflexiones consecuentes en este blog. Se trata de un curso completamente abierto que se puede seguir vía Twitter con el hashtag #encirc14.


Cuscus sahraui

Estaba pensando en cómo la administración local podía crear espacios para intercambios culturales libres, principalmente pensaba a nivel gastronómico, quizás porque estaba degustando un cuscus saharaui mientras pensaba, y porque el arte de cocinar, a veces, se olvida o se menosprecia, como si habláramos de un arte inferior. Y me he percatado de un problema mayor. En mi localidad existen instalaciones públicas dónde poder realizar, de forma abierta, intercambios culturales mediante, por ejemplo, la comida. Pero no se utilizan a no ser que se programen cursos des del municipio, que no acaban de cumplir con los objetivos. Es decir, no surge de forma espontánea la necesidad de relacionarnos en nuevos espacios donde conocer las culturas de nuestros vecinos más allá de conversaciones de ascensor o en la cola del mercado semanal. Hablo especialmente de barrios obreros, los cuales, en mi ciudad, se encuentran desvinculados del centro, no sólo a nivel de clase, sino a nivel geográfico y urbano, lo cual dificulta, aún más, la integración.
¿Realmente no existe la necesidad de relacionarnos? ¿De hablarnos mediante la riqueza que da el contacto con culturas diversas? ¿Esto se debe a la educación que recibimos? ¿En el norte del Mediterráneo hemos perdido, del todo, la perspectiva de intercambio cultural? ¿Des de la administración local como se puede facilitar el intercambio cultural si éste no se ve como una necesidad? ¿O es que los ayuntamientos se han limitado a crear espacios para recibir la subvención pertinente de la administración superior sin crear un discurso cultural? Y este es el problema, pensar que la cultura se crea a partir de instalaciones y no de una política que genere inquietud en su entorno. Si tenemos el espacio pero los vecinos no saben que existe, no sirve para nada. Y la ignorancia de quién es el vecino es el principal motivo por el que se generan recelos y disputas.
Ensalada balcanica
Por ello, el intercambio cultural libre, puede funcionar como mediador. Es decir, expresiones racistas, que en realidad surgen del clasismo, pueden ser atajadas mediante la cultura del conocimiento del otro. Y una buena manera puede ser la cultura gastronómica, a casi todo el mundo nos gusta comer y enseñar sus mejores platos, no es una propuesta rompedora, pero si que puede atraer a una amplia base social transversal; será en el intercambio cuando descubriremos, que algunos no somos tan diferentes, que otros sí, pero que su sabor es espectacular... Y no hablo solo de cocina, sino que este ejemplo me sirve, en tanto que la cultura gastronómica popular, carece de copyrights y creative crommons, la alta cocina, ya es otra cosa, y por lo tanto el acceso libre es aún más claro. Y si con una cultura básica, que además en mi ciudad es Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, ya que se encuentra a orillas del Mediterráneo, tenemos problemas de intercambio, si hablamos de otros campos, como muchos de mis compañeros y compañeras de curso están haciendo, pues todavía es más complicado.
2 de 9 fm de los Xiquets de Tarragona
De hecho el intercambio libre que propongo no sería muy diferente al papel que hacen los castellers, otra expresión Patrimonio Inmaterial por la UNESCO, y que en Tarragona tienen gran acogida. Estas torres humanas se organizan en collas interclasistas, dónde todos hacen piña para un objetivo común: coronar y descargar la construcción humana. Esto, pero, no deja de tener una afición concreta, mientras que la gastronomía, vendría a ser como más democrática, es decir, más popular, todos y todas comemos y mancharnos las manos cocinando unos al lado de otros y degustando los platos, después, no sólo es un proyecto de cultura libre, sino que puede mediar en los recelos y discrepancias que tenemos los unos y los otros.








Gabino Martínez 

1 comentari:

  1. Me encantó. Me gusta el hecho de pensar en aquellas expresiones culturales de los pueblos que no tienen derechos de propiedad intelectual, como lo es la cocina, pero también las ropas típicas, los juegos, las fiestas, las leyendas, etc. Es interesante pensar cómo las políticas públicas pueden partir de allí para la difusión del patrimonio cultural común.

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